​

El siguiente grupo son los depresores, que como su nombre lo indica y en contraposición con los estimulantes, los depresores deprimen el sistema nervioso central. Al disminuir la actividad de todo tu organismo, baja tu ritmo cardiaco, tu atención en menor y el nivel de relajación es mayor. En este grupo podemos encontrar a los ansiolíticos, al alcohol o a los opioides entre otros. Por ejemplo, cuando ingerimos alcohol, lo primero que apagamos es nuestra capacidad de inhibirnos, generando mayor empatía y comodidad. Después poco a poco se van apagando otras partes del cerebro. Cuando se ingiere grandes cantidades lo que ocurre es que nuestro cerebro disminuye su actividad a tal punto que nuestros órganos empiezan a fallar, generando problemas en la circulación del oxígeno y permitiendo que nuestro cerebro entre en hipoxia. Cuando nuestro cerebro no recibe oxígeno, inmediatamente mueren varias células, generando daños permanentes o incluso hasta la muerte.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

También tenemos a los opioides y a los inhalantes, que, si bien es cierto que por sus mecanismos de reacción en el cuerpo se los clasifica dentro de los depresores, los opioides suelen estar separados como otra rama. Los inhalantes son gases químicos que entran directamente a tu cerebro por medio de tu nariz. Al ser una vía inmediata sus efectos se sienten al instante y por lo general son de poca duración lo que te invita a seguir consumiendo. Suelen ser muy adictivos y dañinos. Los opioides provienen de la sintetización de las diferentes propiedades de la amapola. El opio tiene propiedades analgésicas, hipnóticas y narcotizantes. Bajo prescripción médica los opioides son seguros y muy útiles para ciertos tratamientos. Sin embargo, la sintetización de estos ha creado sustancias como la heroína, que es la segunda sintetización de la morfina, cuyos componentes son muy tóxicos y adictivos. Esta clase de sustancias te permiten crear tolerancia inmediata, lo cual te lleva a consumir dosis más altas o con más frecuencia, generando así una dependencia orgánica muy alta. 

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

La última categoría son los psicodélicos, cuyo término adaptado del inglés “psycodelic” proviene del origen griego ψυχή, que significa "alma", y δήλομαι, que significa "manifestar". Se puede decir que el termino psicodelia quiere decir lo que la mente manifiesta. “Son capaces de provocar cambios en las sensaciones, en el pensamiento, en la auto-conciencia y en la emoción”. (Cossio, 1997) Los psicodélicos actúan en diferentes partes del cerebro generando efectos diversos, entre estos se alucinaciones, mayor percepción, agudización de los sentidos y de tu capacidad de introspección. Entre los psicodélicos encontramos al cannabis, al LSD, setas, DMT etc.

Conocer la clasificación de dichas sustancias y como nuestro cuerpo reacciona ante cada una de ellas nos permite tener una visión mucho más global de cómo funcionan ciertas drogas y los peligros generales que tenemos al consumir. Es importante entender que no podemos poner a todas las sustancias psicoactivas en un mismo paquete. Cada una de ellas tiene una particularidad, un efecto, un riesgo o incluso un beneficio. La gran mayoría de personas consume a diario algún tipo de sustancia que altera su mente, el café en el desayuno, el tabaco después del almuerzo o la bielita mañanera, son maneras cotidianas de alterar el funcionamiento cerebral, que para bien o para mal acompañan la vida de las personas.